Two hundred years after the inaugural version of Chile’s constitution of 1822, 154 democratically elected citizens drafted an eleventh version of a new Political Constitution of the Republic after the approval of a national plebiscite held in October 2020. This year-long civic exercise (2021-2022) offered Chile a historical moment to engage in an exemplary international democratic process.
To capture the document’s authors and reveal its underlying concepts, Justine Graham invited each constitution writer to choose one word meaningful to them in relation to the text and spell it in sign language. The final portrait presents a dialogue between a still face alongside an active hand, where the superimposed translucent letters bring to life the contribution of each participant. This hand-face portrait makes visible the participatory and conceptual aspects required in the creation of both a photographic portrait and a constitution.
In a time of apathy, discord and tensions around human political voice and choice, this series sheds light on individuals actively taking part in new forms of collaborative and inclusive democratic processes. Justine Graham’s portraits go beyond a mere physiognomic record of a group to capture the political concepts emerging from a historic moment of a country’s democratic path. These portraits in motion are a testament of the human will to perpetually construct a new society.
Doscientos años después de la versión inaugural de la Constitución de Chile de 1822, 154 ciudadanos elegidos democráticamente redactaron una undécima versión de una nueva Constitución Política de la República tras la aprobación de un plebiscito nacional celebrado en octubre de 2020. Este ejercicio cívico de un año de duración (2021-2022) ofreció a Chile un momento histórico para participar en un proceso democrático internacional ejemplar.
Para captar a los autores del documento y revelar sus conceptos subyacentes, Justine Graham invitó a cada redactor de la constitución a elegir una palabra significativa para ellos en relación con el texto y a deletrearla en lenguaje de signos. El retrato final presenta un diálogo entre un rostro inmóvil y una mano activa, donde las letras translúcidas superpuestas dan vida a la contribución de cada participante. Este retrato mano-cara hace visibles los aspectos participativos y conceptuales necesarios en la creación tanto de un retrato fotográfico como de una constitución.
En una época de apatía, discordia y tensiones en torno a la voz y la elección política del ser humano, esta serie arroja luz sobre individuos que participan activamente en nuevas formas de procesos democráticos colaborativos e inclusivos. Los retratos de Justine Graham van más allá del mero registro fisonómico de un grupo para captar los conceptos políticos que emergen de un momento histórico de la trayectoria democrática de un país. Estos retratos en movimiento son un testamento de la voluntad humana de construir perpetuamente una nueva sociedad.constitución.